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PERSONAJES: PHILIP FISHER, el inversor paciente

14 de diciembre de 2024

Nacido en San Francisco (California) en 1907, Philip Arthur Fisher es uno de los inversores más respetados y admirados de todos los tiempos. Su libro «Acciones ordinarias y beneficios extraordinarios» (1958) continua hoy siendo uno de los manuales básicos de la teoría moderna de la inversión. Amante de las matemáticas, su natural introversión le hizo refugiarse en los libros y consiguió graduarse en la escuela con 16 años. Inició los estudios universitarios en Berkeley pero se traslada a la recién creada Stanford Business School. Creó su compañía Fisher and Co. en 1931 y la dirigió hasta su jubilación en 1999 con 91 años. Es considerado el pionero de la «Inversión en Crecimiento» (Growth investing), una estrategia inversora en la que prima el potencial de una acción por encima de su precio.

La inversión en Crecimiento consiste en adquirir acciones de empresas que muestran indicios de desarrollo por encima de las demás aunque su precio pueda parecer caro si seguimos métricas como, por ejemplo, la relación precio-beneficio. Tras un concienzudo análisis de cada empresa, optará siempre por invertir en aquellas de menor tamaño y de reciente creación, pero con grandes expectativas futuras; y en aquellas con negocios sólidos, buenos beneficios, y perspectivas de crecimiento claras.

Fisher defendía la creación de carteras concentradas (poco diversificadas) pero de gran rendimiento, siendo más relevante que el precio de la acción la calidad de la empresa, de manera que generara un rendimiento elevado en el futuro. La inversión siempre era a muy largo plazo, su paciencia era legendaria, en su cartera mantuvo acciones durante décadas, siendo un paradigma de ello su posición en la empresa Motorola: acciones que adquirió en 1955 y que mantuvo hasta su muerte en 2004. Suyas son las frases «el mejor momento para vender una acción es probablemente nunca» y «en la Bolsa tener un buen sistema nervioso es más importante que tener buena cabeza».

En 1958 publica su primer libro «Acciones ordinarias y beneficios extraordinarios» con el que se da a conocer ante el gran público. Es un clásico en el que expone los fundamentos del análisis que utiliza para estudiar las empresas en las que va a invertir, y que se basa en la investigación de las respuestas a estas 15 preguntas:

  1. ¿Tiene productos o servicios con potencial de mercado para hacer posible un aumento considerable en las ventas durante varios años?
  2. ¿La administración desarrolla productos o procesos para futuras ventas y se ha explotado el potencial de crecimiento de las líneas de productos actualmente atractivas?
  3. ¿Son efectivos los esfuerzos en investigación y desarrollo de la empresa en relación con su tamaño?
  4. ¿Tiene un sistema de ventas por encima de la media?
  5. ¿Tiene un margen de beneficio óptimo?
  6. ¿Qué estrategia realiza para mantener o mejorar los márgenes de beneficio?
  7. ¿Tiene contratos (de obra, compra, etc.) vigentes?
  8. ¿Sus relaciones ejecutivas son buenas?
  9. ¿Tiene una buena gestión?
  10. ¿Cómo son los análisis de costes y los controles contables?
  11. ¿Hay otros aspectos que den al inversor una mejor perspectiva de futuro de la empresa en relación con su competencia?
  12. ¿Tiene una visión de corto o de largo plazo en lo que respecta a los beneficios?
  13. ¿Requerirá financiación y afectará esto al beneficio de los accionistas?
  14. ¿La gerencia explica claramente a los inversores todos los puntos cuando las cosas van bien, pero no lo hace cuando se producen problemas y decepciones?
  15. ¿La empresa tiene un sistema de gestión de integridad incuestionable?

Alejandra Blanco González