21 de octubre de 2024
Tras la Primera Guerra Mundial Estados Unidos se convierte en la primera potencia económica del planeta: es el mayor proveedor mundial de materias primas, alimentos, y productos industriales; desarrolla como nadie nuevos sectores económicos como la industria aeronáutica, eléctrica, química, cinematográfica o la radiofonía, nuevas actividades que requieren carreteras, aeropuertos… Los años 20 son una década de crecimiento, pero con un desarrollo económico desigual, tanto geográficamente como sectorialmente, y todo ello aderezado de una especulación que campa libremente como nunca se ha visto igual…
Uno de los sectores que primero entra en crisis es la agricultura norteamericana. Los precios agrícolas no crecen igual que los precios industriales y el campo se empobrece. La respuesta de los campesinos para frenar la bajada de la renta es producir más, lo que genera una sobreproducción que provoca una caída de los precios obligando a miles de agricultores a vender las tierras por debajo de su valor e irse a la ciudad.
Mientras el mundo agrícola se devalúa, las necesidades de reconstrucción de los países implicados en la guerra convierten a Estados Unidos en el primer acreedor del mundo. Las principales monedas pierden su valor fijo respecto al oro y sólo el dólar continúa siendo convertible manteniendo su cambio fijo, así comienza a ser la gran divisa internacional. Al mismo tiempo, la inflación hunde el sistema monetario de algunos países europeos y el marco alemán pierde todo su valor. Este desequilibrio de la economía mundial hace que no se genere la demanda suficiente para soportar la expansión industrial norteamericana. Tampoco la demanda interna ayuda, desde 1925 la sobreproducción baja los precios, aumenta el desempleo y muchos trabajadores pierden capacidad adquisitiva. Además, crecen los desequilibrios económicos ralentizando sectores industriales tradicionales: carbón, algodón, ferrocarriles, siderurgia…
La década de los 20 son años mágicos para la especulación. La confianza en un negocio rápido y beneficioso hace que gran parte de la población estadounidense compre acciones. Sin embargo, el valor de las acciones resulta ficticio, la diferencia entre la cotización en Bolsa y la actividad real de las empresas no deja de crecer. La Bolsa se revaloriza continuamente mientras los almacenes están llenos de mercancías sin vender y las fábricas despiden trabajadores. Al mismo tiempo, el dinero resulta barato, los mismos agentes de Bolsa prestan dinero a sus clientes para comprar acciones, todo son facilidades de crédito para invertir. Al principio, las rentabilidades permiten devolver con rapidez préstamos con sus intereses en medio de un mercado sin apenas regulación…
El lunes 21 de octubre de 1929 se dieron más de 6 millones de órdenes de venta de acciones, el jueves 24 se venden 13 millones de acciones, el martes 29 de octubre 16 millones.
Alejandra Blanco González